El temperamento de la ocación hacia menester ir a su ritmo. Despacio. Sin apuro. Disfrutando los sentidos. Un intento de desborde tuve cuando mis manos rozaron un breve endurecimiento de su pecho izquierdo. Y al notar como ese breve se convertía en algo mas que tieso, hizo de mi catapulta una especie requiem fulgor para la batalla pero me vi contenido. Desplazando y condenzando la energía, no mitigando, sino volviendo al curso del ritmo, a ella.
Como dije, la situación era especial pues había que estar acorde a ello, era la única oportunidad. Era la única manera de que me siga recordando y aun algo más importante, para que su llamado se repita.
Continuo. Arroje mi agraciado cuerpo hacia atras y observe como su remera tenía un hermoso elevamiento. Que pechos. Y nuevamente me incline hacia ella. Podía sentirla enterita. Le aplique unos besos por su boca ancha. Gire sobre ella. La bese de todos los ángulos hasta que me detuvo y contuvo con sus manos. Ella vino con su cofre carnal y notaba como podia adherirse en mi entrepierna, nunca tan rojo como el diablo diciendo lujuria en voz baja.
La hierba que tantas veces calmo mi fuego, hacia de la mejor leña para esta caldera. Que hermoso calor. Mas tarde lleve sin articular mis brazo hacia sus caderas solo para saber que estaban cerca de sus caderas. Qué placere. Me dispuse posteriormente a desprender el primer botón de la noche, y sin perder el tiempo, ella saco la primera remera. Minutos después, estabamos desnudos entre tanta ropa que molestaba, resbalabamos sin importar que. Pronto nos dormimos. Al despertarme y sin dar por punto aparte, la bese abajo, tras segundos terremotos, note por sus manos en mi cabeza que estaba despierta. Llegue a su pancita. Pase por sus pechos. Me demore en su cuello. Y me perdi en su labios otra vez. Ya entonces eramos uno. Estuve dentro de ella. Sí, estuve dentro de ella. Y continue dentro de ella. Me abrazaba con sus piernas y luego se movia desde la punta hasta el fondo. A la vez, la escuche decir algo. No podia distinguirlo. Sin darle mayor importancia me di cuenta luego que eran gemidos sin codificar. Como me dieron de comer esos gemidos, eran pastillas extasiadas. Quedamos sentados uno encima de otro. Ella no sacaba su radiante mirada de mis ojos. Abria apenas su boca, lo que me permitia apreciar sus dientes perlas. Qué loco. Verla moverse, simplemente moverse me hacia delirar. Me mantuve extasiado siempre. Desde que la vi tuve siempre la misma sensación. Bobo. Obnuvilado. Descarrilado. Perpetuo.
Ya había amanecido hace rato. Y nuestros cuerpos todavía no se habían desintegrado por suerte. Toda la mañana fue como metáfora insisto. Describirlo de otra manera es secamente. Ella no es de aca y tampoco de allá. No la conocen. Ella no me conoce tampoco. Me conoce solo de esta manera. Mi faceta caprichosa de entre tantas dire con capullo de orgullo resguardado solo para la/os mejores. Como una metafora ahora reitero sin ser hartero. Como algo sin ley que puede estar cuando lo quisiese quedamos. No importa. Asi son las cosas a veces. Como aquiles. Como alegria. Total es el resultado. Fin su nombre.
1 garcaron este post:
falto la etiqueta: "relatos eróticos"
mas que taringa mandramas esto se está volviendo Poringa de la mano de cesc.
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